Y entonces ahí estaba, tirado en el suelo y mirando al cielo preguntando a mí mismo que carajo había salido mal. La sangre caliente ahora se sentía fría alrededor de mi cuello, mis manos temblaban de frío y mi mente divagaba por muchas partes.
Al conocerla no pensé que fuera a causar tantos problemas y mucho menos este gran accidente. Apenas tres noches atrás todo iba bien y no tenía la mínima idea de que todo iba a terminar tan pronto y tan súbitamente. Creo que esto estaba destinado a terminar desde el momento en que empezó: una mañana soleada de un viernes 9 de mayo de 1986...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario