sábado, 26 de diciembre de 2009

Mis demás confesiones...

Si. Si. Si. Lo reconozco. A pesar de haber dicho que no, si me afecta. Y mucho. No sé porque. Me daba mucha estabilidad. Sabía bien lo que quería. Lo que hacía. Lo que necesitaba para llegar a donde iba. Ahora simplemente voy rápido. Muy rápido. Y no sé a donde.

No la extraño. Extraño lo divertido: las charlas, los jugueteos, las caminatas, los besos, las tonterías, cocinar con alguien más. Y me afecta mucho.

De verdad quería hacer las cosas bien. Cumplir la promesa que hice. Creo que lo quize hacer antes de tiempo y la lastimé. No sé. Son meras suposiciones. Pero ya no importa, ya pasó.

Me convertí sin querer en el chico malo de la familia. Estoy fuera de control. Dar palizas a extraños sin sentir remordimiento alguno no está bien. Tampoco buscar cariño en cualquier chica lo está. Jugar con mi vida menos.

Creo que estoy cerca del alcoholismo.

Comienzo a perder la noción de bien y mal. No sé distinguirlos muchas veces. No me puedo concentrar. Sé que cosas quiero hacer, más no sé como.

Lo siento. No quiero vengarme de nadie. Tengo ataques de ira espantosos. Estoy trabajando en ello. No creo lograrlo en el corto plazo.

Me refugio en el trabajo. Mis ataques de ansiedad han cambiado. Ya no los cubro con cigarros. Ahora masco chicle. Demasiado chicle.

Si. Soy adicto a los medicamentos. No. No sé cuando pasó. Si. Si me alteran cada vez que los ingiero.

Tengo miedos. Bastantes. De la misma manera hay cosas que no me espantan en lo absoluto. Tengo miedo de no lograr nada. De esforzarme y no llegar. De morir en el intento. Un sujeto que amenaza con golpearme no es una cosa que me tenga preocupado. Nada que no haya pasado antes.

Dormir poco o no hacerlo, me provoca demasiada hostilidad. Esa hostilidad se convierte en violencia.

En el trabajo soy la criatura más linda del planeta. La más divertida. La siempre alegre. Soy bipolar. El camino de regreso a casa es suficiente para cambiar por completo. No sé si es el tráfico de la hora pico o simplemente la descarga de las presiones del día. Quisiera saberlo.

De verdad extraño la persona que era hace 6 meses. Extraño mi serenidad y mi cordura. Extraño tener a alguien con quien descargarme sin que me juzgara.

Puedo estar enojado. Al siguiente minuto contento y feliz. Dos minutos después, maniaco-depresivo. Eso no me agrada.

Puedo guardar muy bien las apariencias. Y que me lo nieguen. Porque sólo las personas que de verdad me conocen, saben todo lo que acabo de escribir.

Hacer ejercicio me ayuda mucho. No me da tiempo de hacerlo.

Llorar me ayudaba... demasiado. Ya no puedo llorar. Mis ojos se secaron de tanto hacerlo.

O quizás ya no siento dolor...

No hay comentarios.: