martes, 2 de noviembre de 2010

Cuando dices todo y no dices nada...

Querida:

Me acordé de ti a medianoche. Raro. Y ahora te escribo una carta cortita para que, cuando no tengas nada que hacer, la leas. Siempre he creído que la emoción de recibir algo escrito de otra persona es indescriptible. Más aún cuando no es algo reenviado o copiado, sino escrito por el mismo remitente.

Hay muchas cosas que desconozco de tí. Que me gustaría saber. Hay otras que ya sé y que muchas personas probablemente nunca sepan. ¿Acaso notas las cosas simples de la vida? Y me refiero a acostarte un día en la terraza y mirar el cielo en la noche, mientras escuchas música; a caminar en la calle, platicando con alguien, tomando un frappe de color rosa, en una tarde soleada de primavera...

Me considero una persona de cosas simples: gustos pequeños, muy al estilo Hollywood. Bastante cliché en consecuencia. Ya sabes, el beso bajo la lluvia, el viaje en auto con los amigos, la noche de antología. Puedo decir que imito muy bien muchas películas americanas. Unas más buenas que otras. Algunas más divertidas que la mayoría.

En fin. Me retiro a dormir.

Te mando un abrazo.

Saciamorbos: He estado a nada de gritar vulgaridades en el trabajo... más de las de costumbre.

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